jueves, 18 de septiembre de 2014

Mi experiencia con el Ayahuasca

Les comparto a continuación un pequeño relato en audio sobre mi opinión con el ayahuasca, un té del amazonas que se toma en un ritual espiritual chamánico. Ritual que tomé los días 20 de julio de 2014 y mi segunda toma el 12 de septiembre del mismo año. 




jueves, 16 de enero de 2014

Después de una catarsis liberadora

Antes que nada, gracias a todos por los comentarios de mi relato no muy "agradable" ni "luminoso" jajaja, que tenía que ver con un diálogo interno que estaba teniendo en ese momento donde no sabía qué hacer! Entonces al menos se me ocurrió escribirlo, no guardarme nada de él y hasta dramatizarlo, como quien está con pocas ganas de vomitar y se comienza a meter el dedo en la garganta hasta que comienzan las arcadas y luego vomita todo... todo. Sin guardase nada!

No es muy agradable la alegoría del vómito, si consideramos al vómito como algo malo, como "hacer caca", pero si consideramos que en la naturaleza todo es vida y muerte, creación y destrucción, algo entra y algo sale, también en nosotros, en nuestro cuerpo entran alimentos y salen pis, caca, vómitos y moquitos. En nuestras psiquis entran impresiones de vida, experiencias agradables y desagradables y salen nuestras expresiones humanas (palabras, acciones y pensamientos). Todo filtrado por nuestra bendita mente (que estará más mansita o más salvaje y dictadora dependiendo de la alimentación que le hayamos dado a lo largo de nuestra existencia), desde luego! Lo que he notado es que en nuestro mundo cultural es mejor visto compartir escritos sobre cosas "agradables", y a veces me dejo llevar por ello, omitiendo mis momentos desagradables. Pero hay momentos en los que siento vomitar y recordar que también esos procesos son partekhatarsis que significa "purificación"), luego viene una calma, una paz interior, un nuevo equilibrio. En mi caso, comprobé que luego de esta catarsis en especial, de antes de ayer: http://otrobuscador.blogspot.com.ar/2014/01/conviviendo-con-mi-propio-enemigo.html
de mi Ser y sin ellos quizás sería como tener ganas de hacer caca y aguantarte las ganas (seguro a más de alguno le habrá pasado y sabrá lo feo que es). Creo que soy hijo de mis crisis y mis catarsis, sin ellas, andaría con caca y vomitos retenidos y mi mayor luz no podría verse, escondida atrás de esa materia fecal emocional y espiritual. Una vez que nos vaciamos de nuestros procesos emocionales, en lo que se conoce como "catarsis" (del griego
me sobrevino una paz, como luego del vómito. La sensación de calma luego de la tormeta que se llevó árboles, techos de casas, autos, etc. 

Fue gracioso ver que era un día antes de luna llena, y ver que mis catarsis generalmente coinciden con la luna llena o dos o tres días antes. Eso corrobora que soy del grupo de los "lunáticos". Comentario al margen. 

Como final de esta historia que puede ser inspiradora para quienes tengan miedo de ver sus partes oscuras, sus basuras emocionales, sus lados ocultos y sientan vergüenza compartirlos, les comparto que luego de esta catarsis personal ocurrió algo muy interesante: De repente, al levantarme al otro día, me vino la inspiración para hacer algo muy postergado en mi caso que era ordenar mi despelote de videos, audios, escritos y demás en un blog (distinto al blog de economía consciente y economía cósmica) y lo que me frenaba era el "no saber como poner links y páginas como menues" dentro del blog. Lo gracioso es que en ese estado de calma y serenidad, agarré el blog, encontré un tutorial (que antes no había encontrado un momento de paciencia para hacerlo), y resultó ser algo bastante fácil. Así que les puedo compartir mi nueva creación gracias a haberme podido vaciar de mis basuras emocionales.Que lo disfruten!





martes, 14 de enero de 2014

Conviviendo con mi propio enemigo



Estaba hace un rato en una reposera en el patio de una (quizás hermosa) noche de verano en Santa Fe. Fui a esa reposera para salir un rato de mi infierno mental. Sentía llorar, y no me salían las lágrimas. Sentía gritar, y no me daba la voz. Quería buscar un culpable y no encontraba a ninguno. Me daba cuenta que fuera adonde fuera, estaba siempre conmigo. Siempre…
Quizás sea un poco pasado de moda decir que mi propio enemigo es mi “ego” o “mi mente” y esas cosas, y suene a que me leí algunos libritos de budismo o lecturas new age que uno incurre cuando le explota un poco el coco, no? Pero creo que en verdad me “cayeron las fichas” (como decimos en Argentina: “me di cuenta”) de que mi “cabezota” es mi propio enemigo. Y más aun, dentro de esa cabezota, una voz que me dice: “te falta, te falta… hiciste mucho pero… te faltó esto… no diste lo mejor de vos hoy… te levantaste tarde… no llamaste a tal persona… no comenzaste a leer tal cosa… etc, etc”.
Fue gracioso ver que en algún momento me molestaba lo que pudieran pensar los otros de mi, y no es que hoy no me moleste, sino que habrá pasado de ser una bofetada, a ser simplemente un mosquito (en comparación a lo que puede dolerme). No obstante, mi mayor juzgador no está afuera, sino adentro mío!!! Y cada tanto se enciende como un pájaro carpintero maldito que me hace la vida imposible!
Quizás suene poco humilde contar, pero no me importa, que nunca recibí tantos halagos juntos como estos últimos 6 meses de mi vida, cuando decidí compartirme más al mundo, dar más de mi. Nunca recibí comentarios de gente totalmente desconocida viendo cosas tan bellas en mi o en las cosas que comparto (que no son más que simples palabras, reflexiones en un videíto, en un escrito corto, etc). Y debería estar disfrutándolo, y sin embargo, pareciera que no me importa un bledo… O quizás, me gustan solo durante “un segundo” que es en el instante que lo leo. Y luego se enciende mi cabezota cada tanto con su látigo. Tampoco vivo en ese infierno, pero cuando se enciende mi ego, es realmente un torturador.
Que suerte que no soy jefe de otros, porque si exigiera a otros como me exijo a mi mismo, realmente sería digno de ser odiado. Por momento me vi como un dictador en potencia y quizás al ver los desastres que mi mente dictadora haría a otros, sólo dejo que me dirija a mi mismo, y en esos momentos vivo realmente un infierno, dentro de mi paraíso…
En este momento, en este instante que estoy escribiendo, a la 1:04 de la mañana en mi cuarto en Santa Fe, debería estar viendo el paraíso que es mi vida (como lo es el de cualquier que se da cuenta de ello) y en vez de ello estoy llorando de impotencia, me siento un idiota. Y hasta me cuestiono el qué hago compartiendo reflexiones de vida a otros cuando me encuentro en estos estados… Lo único que me consuela es que el Dalai Lama dijo que él todos los días observa su ego. Me da intriga saber si el ego del Dalai Lama es tan hijo de puta como el mío, ojalá que no. Y sino, esa sonrisa de paz que tiene es realmente de mucha sabiduría, sabiduría que aun no tengo, pero la ansío.
No le deseo a nadie tener una mente tan dictadora como la mía. Y ojalá estos estados de mierda que vivo me sirvan para aunque sea compartir lo jodido que es el perfeccionismo y la autoexigencia en uno mismo, por sobre cualquier exigencia externa a nosotros.
En este momento me doy cuenta que he avanzado  en  mi vida. Me di cuenta que llegué a odiar y tener mucha rabia a algunas personas, como a un muchacho que me golpeó injustamente a mis 17 años y lo tuve en mi mente como hasta mis 23. Hoy ya no existe una persona así en mis pensamientos. Ya no tengo excusas para enojarme con otros en este momento, y al estar en este estado tan de mierda, en este infierno personal me di cuenta que mi propio enemigo está dentro mío. Antes lo hubiera dicho de manera intelectual, como repitiendo un mantra. Creo que lo leí en el manual del guerrero de la luz de Paulo Coelho: “un guerrero de la luz sabe que no lucha con nadie afuera, sino consigo mismo”.
Quizás me está faltando el saber que ya no tengo que luchar, ni siquiera conmigo mismo. Y dejar de llorar como un boludo… Además me siento un egoísta porque hay tanta gente sufriendo y yo llorando por mi mismo, por no ser perfecto para dar más.
Sé que no existe la perfección, pero mi corazón aun no lo terminó de entender parece. Sino no estaría así. No hay nadie que pueda consolarme, ni mi hermano que se sentó al lado mío a escuchar mis basuras emocionales, mis charlas egocéntricas. Sólo me queda por lo menos contar que no soy perfecto, y que puedo sufrir de manera más egoísta que los más egoístas. Sé que el estado de este momento, por suerte, no es el estado en el que vivo todos los días. Pero sé que tengo un monstruo (o un niño, no lo sé) viviendo dentro mío, esperando agazapado el momento más inoportuno para asaltarme y sacarme de mi preciado paraíso, de ese aquí y ahora.
No sé si avancé mucho, porque sigo llorando como un pelotudo, por lo menos sé que no me importa lo que piense quien me lea. Sé que soy imperfecto aunque me duela, de que tengo un ego grande como una casa y en estos momentos soy el más egocéntrico y pelotudo que pueda existir. Sólo me importo por mi ombligo.
Y qué hago con esto? Las respuestas de librito me cansan: “observá”… Lo intento. Y como sigue mi demonio conmigo, simplemente prefiero delatarlo delante de todos, porque esconderlo es peor.
Que paradójico que la misma mente que a veces me regala inspiraciones e ideas geniales, o me permite contemplar la belleza en todas partes, en otros momentos es una dictadora, una déspota insoportable. Por lo menos, ya que vivo un momento de mierda, lo escribo para recordar cuando esté en el paraíso de vuelta, de que siempre puedo volver al infierno, queda  a tan sólo un pensamiento de distancia…

viernes, 18 de enero de 2013

Sobre la ira


A raíz de algunas observaciones del mundo que hice a lo largo de mis 27 años, de comentarios recibidos de personas y de quizás “verdades de la mayoría”, que a veces son implícitas en la manera de actuar solamente pero no dichas, decidí compartir mis reflexiones y mi postura personal sobre lo que considero el enojo o lo que sería su forma más amplia: la ira.
                Antes que nada, entiendo a la ira, como aquél estado en el que nos sentimos molestos, como el fuego, que busca “destruir” algo, en sí mismo o afuera de sí. Es un estado quizás de frustración, de impotencia, de sentirse oprimido por el mundo o quizás por las propias creencias. Podría ser, a mi manera de definirlo, un estado de sentirnos que “no podemos ser” en el mundo, y por ello nos enojamos (con nosotros mismos primero, pero si hay alguien cerca, con el que esté más próximo).
                Cuando no hay ira, no hay fuego, entonces hay calma. Es el estado como si fuera el agua de un lago. Lógicamente, estoy hablando de un estado de calma “genuino”, no de un estado de represión de la propia ira, donde lo que se hace es patear para adelante la expresión de la misma, incluso haciendo que ésta vaya creciendo y en algún momento explote por su propia fuerza, y seguramente de manera más grave que si lo hubiera hecho en momentos anteriores. El efecto “olla a presión”.
                Por otro lado, existe una cierta concepción aparentemente generalizada (según lo que he observado) de que “es malo enojarse”, y que una persona que se enoja mucho, es “mala”. Además, si uno hiciera más explícito un camino espiritual personal (ya sea de una religión o ninguna), pareciera que fuera menos compatible aun el estado de enojo, como si el hecho de un ser humano empezar a trabajar sobre sí mismo, hiciera que mágicamente desaparecieran todos sus condicionamientos, sus miedos, sus traumas, etc.
                Es cierto que una persona que se enoja por todo y es muy irascible no es una persona que cae muy bien, no es alguien con quien otros deseen compartir un rato, desde luego. Aunque al final de cuentas, con este tipo de personas se produce una armonía natural en sus relaciones: se quedan cerca los pocos a los que no les queda otra opción quizás (tal vez porque dependan económicamente, o porque les tengan miedo, o quien sabe por qué motivos que seguramente no serán dentro de relaciones humanas armónicas) y se alejan los que están en su libertad de no sentir la obligación de soportar sus recurrentes ataques de ira o maltratos.
Pero por otro lado, tenemos personas que deciden trabajar su psiquis, observarse a sí mismos, buscar salir del sufrimiento, hacer un camino espiritual, o como le quieran llamar, no nos vamos a poner en desacuerdo por la forma en que cada uno quiera referirse a esa búsqueda y si es con religión, siguiendo a un líder, leyendo una filosofía, o haciendo un “elige tu propia aventura”, simplemente tomando el elemento que ese “trabajo” existe en su vida personal y no es delegado a un tercero. Pareciera una paradoja, que un ser humano de estas características comience el trabajo de observarse a sí mismo, a sus condicionamientos y que de repente debiera mostrar un estado de perfección a los demás, o de calma absoluta, como si tuviera una exigencia “adicional” por tal búsqueda. En vez de alegrarnos de que existen personas que buscan trabajar sobre sí mismas, enojarnos porque no son perfectas, como si existiera además una perfección, como ir de “cero a uno” en un solo paso. Desde luego, que me parece algo infantil.
En mi caso, puedo hablar de mi mismo porque es la fuente de donde más información obtengo. En mis 27 años de vida, empecé una fuerte observación de mi mismo a mis 23 años y esa observación aun continúa. No me volví perfecto. No he logrado trascender el sufrimiento humano. No me iluminé. Quizás a los ojos de la concepción de búsqueda espiritual que anteriormente he mencionado, “me habré equivocado”, no habré pasado de un estado de “no-iluminado” a un estado de “iluminado”, o quizás seré un “farsante” que quiere mostrar una imagen a los demás y aprovecharse de ellos. Todo ello sería coherente en una forma de pensar de concebir la búsqueda espiritual como pasar de un estado de “ignorancia” a “sabiduría”, de “no-iluminado”  a “iluminado”, como de “vacío” a “lleno”… en matemática, de “cero” a “uno”, en un esquema binario o dual.
Pues me temo decepcionar a quienes vean el camino espiritual de esa manera dual, de éxito o fracaso, porque hasta ahora todo me ha llevado a pensar que la evolución espiritual es una “expansión al infinito”. Y me permito usar el concepto matemático de “infinito” que ha permitido resolver muchos problemas de nuestra civilización, a pesar de que nadie pueda graficarlo en ningún lugar ni explicar, en qué consiste.
En este sentido, el ver la búsqueda humana como necesariamente una búsqueda espiritual, incluso con quienes no sean conscientes de ello, es para mi una manera de comprender de que todos estamos en movimiento. Todos estamos en expansión hacia el infinito. Esto es, un “ir soltando condicionamientos” hacia el infinito, lo que es lo mismo, el ir siendo “más liviano” (¿de qué? Evidentemente de las causas de nuestro sufrimiento humano), el ir siendo más “libres”, y no digo, de ser “no-libre” a ser “libre”, sino que repito: “cada vez más libres”… Cada uno es un big bang que nunca se detiene, nunca deja de expandirse, de expandir sus propios límites.
Ahora debo retomar el tema principal que es la ira. Tema del cual no podía hablar si no mencionaba las bases sobre las que descansa mi opinión sobre este tema, que es la búsqueda espiritual como una expansión continua hacia el infinito, donde nunca se llega a ningún lugar (tal vez, yo no he llegado ni he conocido a ningún ser humano aun del cual pueda dar tal fé).
Desde esta manera de mirar, creo que la ira, es parte de nuestros condicionamientos, muy ligada a nuestra impotencia por sentir la opresión de nuestra libertad, de ser quienes somos y tal cual somos en el mundo en el que hemos nacido. Es parte de aquello que nos hace sufrir, primero a nosotros mismos, segundo a quienes nos rodean por vernos en ese estado y/o por recibirla y tercero, nuevamente a nosotros mismos por recibir el karma (o el efecto) de nuestra ira aplicada a los seres humanos que nos rodean (personas que no nos quieran, que se alejen, que actúen por venganza, etc.). Creo que a nadie le debe gustar tener ira, lo que es lo mismo, a nadie le debe gustar la sensación de no sentirse libre, de sentirse oprimido, de sentir enojo e impotencia con el mundo. Pero a su vez, todos tenemos un poco de ello.
Entonces, creo que es menos infantil empezar por “aceptar” la ira, como algo que forma parte nuestro, quizás como ese pesado equipaje del cual nos vamos despojando en el proceso de expansión continua al infinito. Puesto que todo lo que rechazamos, permanece en nuestra psiquis, allí escondido en algún lugar de ese bendito subconsciente, creciendo en el silencio lentamente buscando el mejor momento para irrumpir de la peor manera en nuestras vidas, haciendo todo aquello que hubiéramos querido evitar.
Finalmente, haciendo un balance de los últimos 4 años y medio de mi “proceso de expansión continua hacia el infinito” (como me gusta llamarle a la búsqueda espiritual), puedo compartir que he hecho notables avances con mis equipajes, me siento mucho más liviano, mucho más libre de mis miedos y de la ira, que era el tema principal de este artículo.  No obstante, no me he liberado de todos mis equipajes, y no me he liberado de la ira en sus múltiples formas de expresión. Confieso que cuando estoy mal dormido aun me pongo de mal humor, como un niño, confieso que hay cosas que aun me irritan, y además, que me molesta que invadan mi libertad, me agredan, me sonrían cuando no sienten hacerlo, me digan cosas bellas y en mis espaldas digan lo contrario. Debo confesar que hay cosas de las que aun no me he liberado. ¿Y porque lo digo? Porque quizás fui cómplice con quienes piensan lo contrario. Tal vez fui cómplice por mi silencio, en el sentido de que muchas veces “el que calla acepta”. Y ahora decidí no ser cómplice con esto que considero que es infantil e ignorante que es el “esconder la ira”, como cuando vienen invitados a casa que no esperábamos, barrer rápido el polvo y echarlo bajo la alfombra.
Este mensaje, lo dedico también especialmente a mis más allegados familiares, amigos, conocidos y compañeros del camino en general. Es para contarles de que mi capacidad de autocontrol con las emociones y la ira en particular tiene límites. Que si en algún momento di la imagen de que era perfecto y trascendido de estas emociones humanas, debo pedir disculpas por mi silencio y mi complicidad con tal ignorancia. Y me reservo el derecho de admisión en mi vida de personas con quienes disfruto y de dar, de la mejor manera posible, una patada en el culo a quienes su trato me parezca indeseable.
Quizás mi ignorancia me llevó a ser a veces “basurero” emocional de otros, quienes han sentido el derecho de descargar su ira en mi, quizás pensando que no me daña, o que tengo la obligación de recibir tales “regalos”. Pues hoy digo basta, si me vas a regalar tu ira, te lo agradezco pero no la deseo recibir. Sería mejor pensar en que en vez de descargarla en otra persona, es más fácil pagar un profesional que bien puede ayudar en tal proceso y seguramente con mejores resultados que andar buscando a otros que no se dedican a ello. Además, contribuyen a dar trabajo a estos profesionales.
Un poco con ironía y un poco con humor, digo esto: Cada uno es dueño de hacer su vida como sienta hacerlo y no creo que nadie tenga una verdad liberadora aplicable a todos, ni siquiera al que la pregona. Por ello, si me rompés la bolas, con mi mejor sonrisa o mi peor cara de culo, en función de cómo me sienta, te cerraré las puertas de mi vida…

                Soy humano, ¿y qué?


Gracias por tu atención
                 



viernes, 14 de septiembre de 2012

Permiteme fluir como el agua en mi Ser



Creación fusionando algunos videos caseros hechos con una cámara digital de no muy alta definición, del río Paraná, en Villa Urquiza. Mezclado con el tema musical "UL, el niño sol" compuesto e interpretado por matías melucci. Videos y edición por Martín Traverso.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

La hamburguesa más rica de todo el universo


Todo empezó luego de hablar con un amigo por skype, contándole que ayer se me había ocurrido filosofar con una amiga en la universidad sobre el “hacer” y el “no hacer”.
En ello le contaba que yo había sacado varias conclusiones, tiempo atrás en mi vida, que cada vez que las recuerdo es como si me “iluminara” para luego olvidarlo y volver a automatizarme una y mil veces… ¡Pero el recordarlo es tan hermoso! Aunque luego lo vaya a olvidar, ¡lo seguiría haciendo una y mil veces más, hasta la eternidad!

Recuerdo que descubrí una gran cosa en este mundo de movimiento y cambios: Todos existimos en estado de “hacer”. Ah! Eureka Martín, ¡chocolate por la noticia!! Bueno… pero allí no termina la historia…
Sabemos que todos estamos siempre “haciendo algo”, lo que sea, desde lavándose los dientes, peinándose, caminando, comiendo, hablando, escuchando, mirando algo, bailando, haciendo cálculos con la mente, pensando, leyendo, mirando la tele, riéndose, llorando, enojándose, soltando una carcajada, haciendo esfuerzo físico con algún objeto, dando un discurso para todo un país, barriendo la vereda, pintando un cuadro, limpiando la casa, componiendo una obra musical, gritando, haciendo una investigación científica, conversando con alguien, escribiendo un comentario en facebook, haciendo una obra humanitaria en haití, cocinando en casa o meramente rascándose la nalga derecha, algo que a mi particularme me gusta hacer a la mañana cuando recién me levanto…

¿y que hay de nuevo en todo esto? Pues bien, lo que a veces, por lo menos en mi caso, olvidaba es que todas las cosas que nombré anteriormente (que no deben ser ni un 0,001% de las cosas posibles de “hacer” en este mundo) tienen el “mismo valor de importancia”: son formas de “hacer”.
Sé que aquí juega la moral y mil cosas, pero en fin, el ser humano sólo “hace cosas”, más allá del calificativo que le pongamos a esa acción…

Entonces, mi primer descubrimiento es que “vivimos en estado de hacer”.
Ahora bien, con esto no podría llegar a explicar el porqué del título que puse a este artículo… Bueno, continúo…

Ahora bien, “todo es hacer”, sin embargo, no siempre estoy contento con lo que estoy haciendo. A veces pienso: debería estar haciendo “esto otro”, o quizás “estoy perdiendo el tiempo”… O miro el reloj y veo que pasaron dos horas y no avancé en la lectura de algo que quería avanzar o no terminé un trabajo que quería terminar, y me aparece una sensación de frustración, de no disfrute.
Allí me digo: y si todo es “hacer al mismo nivel de importancia”, ¿como es posible que me pase esto? Allí descubrí que mentalmente había formado (o tomado, no importa) conceptos en mi mente de que “algunos hacer son más importantes que otros” y otros son “perder el tiempo” o “no valorados”. Lo extraño de eso es que tomé esos conceptos, sin saberlo, para juzgarme a mi mismo y no permitirme disfrutar.
Entonces, he aquí mi segundo descubrimiento: “todos los ‘haceres’ (palabra que inventé, que sería el plural de “hacer”) son igualmente importantes aunque tenemos conceptos mentales que hacen que valoremos unos más que a otros y busquemos los de más valor, sientiéndonos frustrados cuando no los logramos”.
Y que sigue a continuación… ¡entender que todos los hacer son igualmente importantes y derribar los calificativos de superioridad e inferioridad! ¿qué significa esto? Algo muy simple, que es lo mismo si me levanto a las 7 de la mañana para ir a trabajar, que si sigo durmiendo hasta las 5 de la tarde y salgo a dar un paseo por el vecindario; como también era lo mismo el discurso de la presidente esta tarde en el canal público mientras yo estaba preparando un mate y mi mamá estaba preparando una mermelada en casa. Ningún hacer es superior ni inferior a otro hacer. Pues bien, entonces lo que hago, es lo único que debo hacer, lo mejor, lo óptimo.

Ahora me surge una tercer pregunta: Y si existe una igualdad de valor entre todos los haceres posibles, ¿entonces cuál elijo? ¿o no elijo?

Ahora viene el tercer descubrimiento: si fuera alguien a quien todo le da lo mismo, entonces cualquier hacer me haría sentir pleno y satisfecho. Pero en fin, reconozco que hay cosas que disfruto más que otras. Entonces aquí, reconociendo la parte subjetiva de que “disfruto algunas cosas más que otras”, pues la respuesta es: “debo elegir de entre las alternativas, aquella que me permita disfrutar más”. Y siempre recordando, que es “dentro de las alternativas”, total “todos los haceres son lo mismo”…
¡¡¡Guauuu!!! ¡¡¡Qué emoción!!! ¿estás viendo lo mismo que yo? ¿Qué eso que estás haciendo en este momento es lo mejor que podés estar haciendo? ¿Y que encima, si ahora te diste cuenta, seguro elegirás más cosas que disfrutes hacer, sabiendo que todo es lo mismo?
Así también no pude evitar recordar la primer gran verdad de este mundo: “nacemos para morir”. Y la segunda verdad ahora: “vivimos en estado de hacer”. Y yo que no estaba disfrutando…
“¡¡¡gil, despertate!!!! ¿¿¿Qué estás esperando??? Me dije a mi mismo”.

Hablando con mi amigo de Skype y contándole estos descubrimientos, me iba dando cuenta que igual, a pesar de haberlo descubierto antes, volvía a caer en la ilusión de estar preocupado de que “no estaba haciendo lo que tenía que hacer” o de que “estaba perdiendo el tiempo”… Pero hoy volví a recordarlo!!! Y se dibujó una sonrisa en mi, que hasta se volvió carcajada!!! No tan estridente, porque no es mi estilo, pero si una carcajada que en mi sería como una especie de demente o insano quizás. O tal vez, como dirían: “¿qué te fumaste tincho?”.
Pues terminada la charla con mi amigo, era la 1 de la mañana y no había cenado, porque sabía que era todo lo mismo y no tenía hambre y ahora si me había dado hambre. Por un instante pensé: “no es hora de cocinar”… Y al toque me di cuenta: ¿cuándo es la hora de algo? ¡¡¿si todos los hacer tienen el mismo valor, a cualquier hora?!!

Entonces abrí la heladera y encontré unos panes de hamburguesa, una mayonesa casera que había hecho yo, un revuelto de chauchas hechas por el novio de mi mamá, un poco de arroz yamaní que había dejado mi hermano en un taper y una orma de queso muzzarella. Me dije a mi mismo: _inventaré una hamburguesa y no sé que tal saldrá… 

Unté los panes, con un poco de desconfianza, pero riéndome de que era hermoso hacer lo óptimo que podía hacer, mientras todos estaban ya acostados yo estaba cocinándome una receta única en el mundo, jamás comida por nadie en este planeta ni en ningún otro seguro…
Así puse el queso en la tapa superior ya untada con la exquisita mayonesa natural, y las chauchas juntitas acomodadas, en la tapa inferior, junto al arroz yamaní al cual lo compacté con una cuchara; todo esto mientras las deboraba con la mirada y con el fuego del hambre que empezaba ya a encenderse dentro mío.
Luego las puse en la plancha caliente para hacer tostadas con una pizzera de tapa. Las di vuelta y en un par de minutos estaban listas las dos. 

Traje una a mi plato y la miré antes de que fuera mi víctima. Le di el primer mordisco y sentí un escalofrío en todo el cuerpo, era como si en vez de estar comiendo la hamburguesa estuviera haciendo el amor con ella. Fue orgásmico poder comer y encima recordar que estaba haciendo lo único que podía hacer, lo mejor que podía hacer. Y además, qué delicia es comer cuando tenés hambre y ¡¡¡encima la hamburguesa más rica de todo el universo!!!!

Realmente no lo podía creer, lo que iba sintiendo al masticar: el crujir del pan tostado en mis dientes junto la suavidad de la mayonesa mezclada con la temperatura tibia de las chauchas y con el arroz. Me decía: este momento es único, o sea, “este hacer es único” y sé que va a terminar, pero luego le va a suceder otro hacer único. Allí, antes de comer la segunda hamburguesa, busqué la cámara fotográfica y la fotografié, para recordar como era la hamburguesa más rica de todo el universo, que sólo yo la pude comer en ese momento, pero estoy seguro que muchos más podran hacerse una hamburguesa más rica del universo y no sólo ello, sino que podrán disfrutar de la conversación más hermosa del universo, cómo del dolor de panza más feo y siempre recordando que todo es lo mismo: un hacer… una experiencia que podemos disfrutar o no hacerlo. Podemos aceptar o no aceptarla…

Finalmente, cuando terminaba de comer la hamburguesa me preguntaba: “¿será que recordaré siempre este aprendizaje o lo volveré a olvidar?”… 

No me importa, porque a pesar de que lo olvide un millón de veces, cada vez que lo recuerde, será  como si todo lo anterior hubiera tenido la única función de conducirme a este momento perfecto y único y por ende volvería a olvidarlo todo una y mil veces… 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

El mundo es una hermosa cagada




ATENCIÓN! Si estás esperando leer palabras agradables y melosas de “un ser de luz” por favor te pido que no leas lo que sigue a continuación porque podría ser ofensivo para tus creencias. No me hago cargo de las consecuencias, Atte: mi hermosa sombra. ¿Por qué debo escribir solo cosas lindas? ¿Será que el concebir la escritura como “arte” nos evoca a la “belleza” como atributo? Y como dice el Tao: existe lo feo porque definimos lo bello y dentro de esta forma de ver una realidad sin calificativos, a mi me suena un poco más a que arte es “expresión” más allá que belleza…

 Porque si fuera sólo belleza, entonces: “¿quién pone la línea de demarcación de lo que es bello o no para ser considerado arte?”. Otra razón para escribir sobre “lo feo” es que si reconozco sombras en mi mismo como ser humano: mi ignorancia, ego, demonios, o como se los pueda llamar. Quizás deba expresarlas también así como expreso las partes bellas, como por ejemplo, como me siento en este momento… Quizás sea injusto para mis demonios que los censure y no los deje hablar, me parece… O al menos, si yo-consciencia: el que observa, el que dicta en este momento a las teclas que escriban, permitiera que sólo mis partes bellas se expresen y las no tan bellas no lo hicieran, no sería un déspota? Un totalitario censurador de mi mismo? Y donde quedó el Tao o el Vipassana de “ver la realidad tal cual es”, y la mar en coche! Bueno, esta noche mis queridos demonios, tienen permitido expresarse a través mío, para mostrar como veo el mundo hoy.

 Algo que me llama la atención de mi mismo, es que con los mismos ojos puedo ver tanta belleza algunas veces, con esos mismos ojos puedo ver también tanta fealdad en este otro momento. Veo un mundo al revés, un mundo que me produce un nudo en la garganta, que me da rabia, impotencia, ganas de llorar y de gritar! Veo seres humanos motivados por razones tan egoístas en sus acciones, cagándose en el resto, hablando de cosas banales, sonriendo cuando no sienten, diciendo lo que no sienten para quedar bien, algunos creyéndose espirituales poniendo una sonrisa de esa popular de “oliendo un pedo” y otros asumiendo su negatividad volviéndose como agresivos hasta en cosas estúpidas, como en un comentario de facebook, que lejos de dar miedo, dan lástima como mosquitos que ni siquiera saben picar! Si quisieran ser agresivos, podrían hacer algo mejor! Y yo quien soy para decir todo eso? Y quizás uno más, quizás me creía “buenito” y no tenga los huevos para ser un hijo de puta, o quizás a veces es más agradable hacer cosas lindas por los demás que hacer cosas negativas y recibir el resultado de ello…

 No lo sé, solo sé que el mundo me aplasta y lo detesto en este momento. Pido disculpas si hiero a alguien, porque están todos (incluso yo) metidos en ese “combo” que llamo mundo. Perdón por insultarnos a todos. Y mejor dicho, me cago en pedir perdón, me cago en lo que pienses de mi así que enojate si querés, para mi no cambia nada… En este momento veo un mundo de seres humanos inservibles: ni a los “negativos” les sale bien estar tan negativos, ni los “elevados” les sale bien esconder su hilacha a través de sus gestos y palabras melosas… Ni chicha, ni limonada. Y yo como un estúpido observo el mundo y lloro de impotencia, porque soy yo el problema, no el mundo. El que se ríe falsamente, o el que no me banca y me da un abrazo (y yo de estúpido en vez de decirle: “¿por qué me abrazás si siento a la legua que no me bancás?” Lo abrazo y me quedo mal pensando, porque me abraza? De última que no se relacione conmigo, no pretendo caer bien a todo el mundo)… ¿Y ahora bien, estaré viendo mi espejo allí afuera? Si la famosa ley del Kybalión del “como es adentro es afuera, como es arriba es abajo” es cierta, pués así será… ¡Ay que lindo desorden tengo! ¿Y será así? ¿Y por qué de momentos veo una cosa y de momentos otra? ¿Por qué de a ratos puedo ver belleza y luego solo fealdad? ¿Qué cambia en mi? No lo sé… Solo puedo reconocer algo en un momento de “fealdad como este”, no quiero bancarme más lo imbancable.

Si en algún momento creía en la compasión, acepto en este momento que no la tengo, al menos a esos niveles que me permiten ver una cierta “ignorancia” y poder aceptarla, con una sonrisa, con una paz infinita de que ese ser está haciendo lo que debe hacer, así me esté escupiendo o esté pensando: “no lo banco a este pendejo”, debo admitir que esa facultad no la poseo en este momento y estoy susceptible a ser muy crudo e hiriente en mis palabrascon cualquier gil o gila que me diga alguna estupidez… En este momento no me sale “poner la otra mejilla” ¡y me encanta admitirlo! y al sentir tanta hipocresía en las relaciones humanas, ¡siento ganas de gritar! ¡Y por otro lado sé que tampoco es la solución, ni tampoco soy nadie para decirle nada a ningún ser humano!! Seguramente, empezando por mi mismo, de mi propia ignorancia tengo para hacerme un festín, así que no es un buen negocio que mi dedo índice apunte a nadie, desde luego que no, supongo que no caeré en esa ignorancia… Por ello me remito a señalar al mundo (yo incluído) como un combo: “una perfecta cagada”. “Una hermosa cagada”… Usando el recurso literario de la antítesis para darle un poco más de arte… Sin embargo, solo puedo caer en una sabiduría en este momento que la llamo “aceptación”. ¿Aceptación de que? ¡De que me siento para el culo! ¿Y qué? Y me gusta escribir también en un momento como este, con esta energía punzante en mis palabras, como quien razguña un pizarrón con sus uñas para que los otros escuchen ese chillido…

Quizás de esta manera me siento más yo mismo, en mi luz y sombra. Reservándome el derecho de decir lo que pienso y siento. Y en este momento, como en los restaurantes: “me reservaré el derecho de admisión” de los seres humanos en mi vida. Cuando sea más elevado pediré perdón a quienes no banque o simplemente no me gusten sus rostros… Y algo descubrí, que si el mundo me hace mal, le tocaré el culo… O mejor, no le daré bola. Donde vea hipocresía, estupidez y sienta todo ello, será mi espejo o no sé que mierda será pero simplemente decido salir volando de ese lugar! ¿Es un escape? No lo sé, pero por la vía de proponerme ver “belleza” en esos lugares, no lo estoy consiguiendo, así que ateniéndome a un principio realista creo que sólo me queda “moverme”cuando me sienta incómodo…

 Mientras tanto aquí estaré, en mi cueva, ermitaño contemplando la fealdad… Me despido de manera pesimista, recordando que somos todos unos idiotas olvidando que podemos morir hoy! Pedazos de pelotudos y pelotudas preocupados por idioteces de este mundo, pero bueno, lo importante es que cada uno haga de su culo un florero en fin… Si mis palabras han sido hirientes para tu persona, examinate porque quizás te estés tomando las cosas como personales, no siento pedir disculpas por ser yo mismo, no puedo ser de otra manera que “quien soy”…


 Firma, un ser de luz y oscuridad y además el pelotudo más grande del universo porque sufre como un estúpido al ver toda nuestra estupidez humana…